miércoles, 23 de diciembre de 2015

El Pellín: Los vinos del futuro

Con el fenómeno de cambio climático, el sur profundo cobra cada vez más relevancia y esta viña osornina marca un camino tan audaz como emocionante, regalándonos sabores profundos y vibrantes.


Todo partió como una aventura romántica. Y después de 15 años continúa siéndolo. Con la plantación de 2,5 hectáreas a orillas del río Pilmaiquén, en la osornina comuna de San Pablo, El Pellín es unas de las viñas más australes de Chile. Ante el estupor de las vacas lecheras, sorpresivamente las vides comenzaron a conquistar un espacio en el paisaje sureño, produciendo, gota a gota, algunos de los vinos más interesantes de la escena vitivinícola nacional.

Este proyecto nació de la inquietud de Christian Sotomayor, director de Exportaciones de Viña Valdivieso, y su primo Alejandro Herbach. Más tarde se unió el agrónomo Rodrigo Moreno, quien hoy es el encargado de la administración del predio y el responsable de lidiar con las condiciones extremas que impone la Latitud 40º. “Nosotros cosechamos cuando podemos, no cuando queremos”, explica Moreno.

Este hermoso viñedo, emplazado en una terraza aluvial del fundo Los Castaños, está plantado principalmente con Chardonnay, Sauvignon Blanc, Pinot Blanc y Pinot Noir. La idea es producir espumantes todos los años y algunos vinos tranquilos cuando la temporada sea benigna y se justifique embotellar un producto que no sólo sobresalga por sus excéntricas notas osorninas, sino que sea un producto de calidad sobresaliente.

En esta latitud no sólo el clima es un factor diferenciador, proporcionando a los vinos una notable frescura y profundidad, sino además los suelos aportan un carácter mineral muy marcado. Formados por glaciaciones y tobas volcánicas hace millones de años, estos suelos trumaos de la serie Osorno presentan una capa orgánica muy delgada y a partir de los 20 centímetros aparecen bolones y capas de fierrillo. Su pH es muy ácido, por lo tanto es necesario corregirlo con calcio y roca fosfórica.

El principal enemigo de las parras durante estos años ha sido el oídio. “Por el exceso de vigor, de humedad, literalmente se comía todo”, explica Moreno. Para combatirlo han debido ajustar los manejos agronómicos y especialmente la poda, cambiando los cordones apitonados por guyot. La clave es mantener el racimo lo más aireado posible para prevenir el oído y también la excesiva irrupción de la botrytis.

Su enólogo francés Quentin Yavoy, quien también se encarga del proyecto vecino Coteaux de Trumao, explica que los vinos se hacen de forma absolutamente natural, sin sulfitos y levaduras comerciales. Las uvas pasan a prensa directa y a la pipa. Incluso, en el caso del Sauvignon Blanc, la fermentación puede durar meses. El vino queda con un poco de azúcar cuando llega el frío en otoño y después el proceso se activa en primavera. “Trasiego de una pipa a otra, pero siempre dejo algunas borras que saco antes de embotellar”, sostiene el enólogo.

Hoy El Pellín ya cuenta con dos cosechas de espumantes y un mezcla llamada simplemente “Vino blanco de la zona” (una cofermentación de Chardonnay y Pinot Blanc), cuya versión 2013 estuvo en la cena de gala de Six Nations Wine Challenge en Sydney, recibiendo elogiosos comentarios de los jueces del certamen.

Este año además se suman pequeñas producciones de Sauvignon Blanc, Chardonnay y Pinot Noir que muestran un tremendo potencial y que esperan ansiosas su mejor momento para ver la luz de las góndolas. El objetivo es alcanzar en el plazo de dos años 10 mil botellas a un precio aproximado de $ 10.800 por unidad. “No me puedo tomar esa cantidad de vino en un año, así es que tenemos que comenzar a vender”, dice Moreno, sin perder su romanticismo.


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