lunes, 3 de marzo de 2014

10 Rosados sin complejos

Era una categoría subvalorada, dejada a la mano de Dios, pero el mercado ha obligado a reaccionar a los productores. Hoy los Rosados son más frescos y profundos, más elegantes y serios. Son vinos que se pueden mostrar y beber sin complejos.
En serio, cuesta tomarlo en serio. Pero me gusta tomarlo. El Rosado es una categoría que nació para calmar la sed, templar la moral de los bodegueros y evitar que termine en la acequia el sangrado de los grandes crus. Su origen, claro está, es nada de glamoroso, pero los que beben vino y no glamour agradecen la viveza de su fruta roja, su frescura y, por supuesto, su versatilidad para armonizar con las comidas, especialmente con la muy de moda onda thai.

Si bien su consumo era sólo estival, principalmente como aperitivo, el Rosado terminó por extender sus delicadas maneras, a veces incluso muy elegantes, marcadas por una seductora ambigüedad que hoy trasunta todas las esferas culturales. Escandinavos y británicos tiran su demanda y los productores chilenos no quieren quedarse bajo la mesa. Corren desesperados para llegar a tiempo con sus últimas cosechas antes de que finalice el verano europeo.

Como hace una década su demanda era aún muy incipiente, las bodegas no hacían grandes esfuerzos para animar la categoría. Los vinos eran fruto del sangrado de los grandes tintos. Algunos de ellos, que aún subsisten en el mercado, son muy buenos, por cierto, pero hoy son cada vez más los rosados elaborados ex profeso, con cuartelillos destinados a esos menesteres y, generalmente, con su fruta cosechada más temprano para mantener pHs bajos y toda la frescura que caracteriza o debería caracterizar al segmento.

Esos primeros vinos obedecían a las supuestas preferencias de un consumidor joven e innovador, alejándose del estilo de los grandes clásicos franceses. Sus colores eran electrizantes, como neones que invitaban a pecar, mientras sus cuerpos eran curvilíneos, voluptuosos y dulces, incluso a veces con aromas que iban más allá de la fruta, como pañuelos de gañanes trasnochados o perfumes de vainillina que poco y nada aportaban al mejunje.

Aún muchos enólogos no se atreven a embotellar vinos con colores ligeros, como de pétalos de rosa o truchas salvajes. “¿Qué opinas del color?”, preguntan algo inseguros. “¡Precioso!”, digo sin pestañar. Y la verdad es que me fascina esa poética palidez, esa bella y aparente fragilidad, esa natural elegancia sin estridencias o excesos. “¿Y la boca? ¿No estará muy seca?”, vuelven a preguntar. “Gracias”, respondo. Porque se agradece una boca seca y jugosa, que no empalague ni adormezca el paladar, sino que despierte los sentidos, profundice con su acidez, refresque las tardes y amortigüe los picores de la vida.

La gran mayoría de los Rosados chilenos eran elaborados a partir de Cabernet Sauvignon y hacían gala de un cuerpo musculoso y firme. Hoy el paisaje es más variado y nos encontramos con vinos de una multiplicidad de cepajes, desde florales Pinot Noir, especiados Syrah y Carmenère, hasta representantes del secano, como País y Cinsault, que hoy seducen con su profunda simpleza. Hay que tomar cada vez más en serio a los Rosados. En serio.

Bisquertt Escaping, Kissing & Missing Rosé País 2013

De viñedos antiguos de Portezuelo, una de las zonas más templadas del Itata profundo, Bisquertt escapa de las tradicionales cepas francesas para besar la abandonada País. ¿Cómo? A través de un vino color rosa pálido y destellos anaranjados, como los últimos estertores de una puesta de sol. Con notas de azahares y frutillas salvajes. Deliciosamente fresco.

Maquis Rosé Malbec 2013

Provenientes de un cuartel emplazado en la ribera del estero de Chimbarongo, en el corazón de Colchagua, sus uvas fueron cosechadas muy temprano para preservar todo el nervio y acidez de sus frutos rojos. Es un Rosado firme, pero elegante. De un estilo más bien seco, pero con un corazón dulce y generoso.

Bodegas RE Pinotel 2013

De una bodega que redescubre las vitivinicultura a través de su purismo enológico y atrevidas mezclas, este Pinot Noir de Casablanca –con un 15% de Moscatel de Loncomilla– seduce con su elocuencia frutal y frescura. Con un epicentro de frutos rojos, pero atravesado por bocanadas de flores blancas, es un vino que va más allá de la categoría del Rosado. Es un Resado.

Zaranda Rosado Cinsault 2013

Es un vino que nace en la zona de Guarilihue, a una veintena de kilómetros del mar, en esas sinuosas tierras donde los españoles plantaron sus primeras estacas. Con el carácter y jugosidad de los mejores representantes del Itata, este Rosado conquista con sus frutillas y cerezas ácidas. Con su franco e irreductible carácter.

Miguel Torres Santa Digna Rosé Cabernet Sauvignon 2013

Representa uno de los primeros Rosados serios de Chile y, aunque mantiene su estilo original, sin mezquindades con el azúcar residual, este Cabernet Sauvignon de Curicó es voluptuoso, firme y largo. Algo dulce, es cierto, pero muy bien apuntalado por su acidez, lo que le permite que sus elocuentes frutos rojos profundicen en nuestro paladar.

MontGras Pink Sin Zinfandel 2013

Este Rosado es simplemente una rareza. Elaborado a partir de un cuartel de Zinfandel colchagüino –con un pequeño porcentaje de Merlot–, presente aromas terrosos y animales. De cerezas y frutillas maceradas. Sin ocultar su personalidad dulce, se deja beber con mucha facilidad. Es un vino simple. Atractivo y exuberante. Que invita a pecar sin miedos.

De Martino Gallardía Cinsault 2013

Su color es tenue, delicado, como la piel de la cebolla. Sus aromas son de frambuesas y guindas ácidas. Proveniente de la fresca zona de Guarilihue, en plena Cordillera de la Costa en Itata, impresiona por su franqueza y jugosidad. Es un vino engatusador y quizás hasta peligroso… porque no te das cuenta cuando ya se ha acabado la botella.

Los Vascos Rosé Cabernet Sauvignon 2013

Con un 90% de Cabernet Sauvignon y 10% de Syrah de Peralillo, este Rosado es corpulento, exuberante en aromas, pero en la boca se mueve como un bailarín. Con notas de frutillas, guindas y ciruelas, y ciertos tonos de frutos secos que aportan algo de calidez, pero también de complejidad, este vino es un Rosado con alma de tinto.

Las Niñas Rosé Syrah 2013

Proveniente de Apalta, el barrio alto de Colchagua, este Rosado se muestra sencillo y austero. Simplemente, encantador. Con expresivos frutos rojos, y cierto dulzor – cándido, pero en ningún caso empalagoso– camina por la boca con mucha suavidad y coquetería, dejándonos un dulce recuerdo.

Leyda Loica Pinot Noir 2013

De la zona de Leyda y sus nubosas mañanas, este Pinot Noir profundiza en el lado más fresco de la categoría. Con aromas de flores, frambuesas y guindas ácidas, incluso ciertas notas cítricas que aportan electricidad y un cierto toque salino, es un vino que hace gala de su origen costero. Vertiginoso y refrescante.

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