lunes, 15 de abril de 2013

10 Merlot que devuelven el alma al cuerpo

En Chile los viticultores hacen lo imposible porque la cepa recobre el fulgor y la prestancia de antaño, incluso algunos han decidido partir de cero con la introducción de materiales clonales y programas de replante en zonas más adecuadas. El Merlot no ha muerto. A continuación, 10 vinos que muestran el camino para volver a posicionar esta cepa en el sitial que le corresponde.

Desde que se divorció de la Carmenère en los viñedos -un trámite largo y doloroso, como cualquier separación-, el Merlot chileno perdió su seguridad, ese halo de misterio, esa mirada ganadora que conquistó a los paladares durante la década del noventa. Este cepaje delicado y lleno de matices, que alcanza grandes alturas en Saint Emilion, Pomerol y Bolgheri, de repente se volvió unidimensional, tímido y nostálgico. Hosco e impredecible. La relación con los enólogos rápidamente pasó del amor al odio. Muchos de ellos se cansaron de entregar y recibir poco y nada a cambio. Otros continuaron lidiando con su extrema sensibilidad, esperando que el Merlot despertara y volviera a seducirnos con su fruta roja, fresca y jugosa.

Por largas décadas sus problemas se disimularon por el aporte de la Carmenère. Aunque hubo enólogos que identificaron dos clones distintos en sus selecciones masales -uno mucho más tardío que el otro, claro está-, la mayoría cosechaba la fruta al mismo tiempo. El resultado era una mezcla de un Merlot más bien sobremaduro con un muy especiado Carmenère. Ambos cepajes pulían sus deficiencias y conformaban un vino amable en boca y con un carácter atractivo y muy particular, por lo menos para la gran masa de consumidores.

Una vez que la industria chilena tomó la decisión de sincerar los viñedos, el Merlot mostró su verdadera y vulnerable personalidad. Es un cepaje que sufre de sobremanera durante las temporadas cálidas. Su flojo sistema radicular, y esa tendencia a expresarse principalmente a través de sus grandes hojas, optando por oír en vez de comunicar, obliga a los viticultores a estar muy atentos. No sólo deben mantener a raya su follaje, sino además ser muy cuidadosos con el riego. No es una cepa que conviva de buena gana con el estrés. Cuando pide un vaso de agua, hay que abrir la llave y dejarla correr. Sus raíces, que tienden a crecer en forma horizontal, necesitan profundizar en los suelos para que la planta se asiente y trabaje bien.

Los problemas se agudizaron por el empeño de muchos enólogos en acercar –estilísticamente, hablando- el Merlot al Cabernet Sauvignon. En lugar de aceptar su cuerpo delicado, y profundizar en su carácter fresco, priorizaron su concentración de color y potencia en boca. Y con esta cepa no hay margen de error. Un par de días pueden ser suficientes para pasar de un grano maduro a una pasa. El punto de cosecha es crucial. Había que aprender a leer sus necesidades, a interpretar su lenguaje, a cortarlo antes, mucho antes que la Carmenère.

¿EL FIN DE LA ESPERA?

Junto con aprender a interpretar las añadas y encontrar el punto exacto de cosecha, muchos enólogos salieron a buscar zonas más frescas para la variedad. Pero tampoco ha sido fácil. En los distintos mesoclimas de Casablanca, por ejemplo, el Merlot no se ha querido adaptar, como muchos intuíamos o anhelábamos. En las zonas más altas, donde las temperaturas se elevan hasta 2º C sobre el promedio del valle, igual sufre sus acostumbrados signos de deshidratación. Mientras en las zonas más bajas y frescas, muchas veces no logra un adecuado nivel de madurez fenólica y sus taninos se sienten algo rústicos, mordedores, traicionando la propia esencia de la cepa.

En los últimos años, sin embargo, se ha importado una serie de nuevos clones que pretenden cambiar esta historia. Materiales franceses, como 348, 181, 343 y 347, están en evaluación y seguramente tendrán mucho que decir en el futuro. Si bien algunos clones tienen una mejor adaptación a nuestros suelos gracias a sus sistemas radiculares más robustos, hay que tomarse las cosas con calma y evitar las celebraciones anticipadas. Además de encontrar el material más adecuado para los valles chilenos -la realidad francesa es muy diferente-, es necesario ensayar con patrones resistentes a la sequía y a plagas como margarodes y nemátodos.

Pero, por sobre todo, es necesario encontrar los lugares y manejos más adecuados. Parece no funcionar en los suelos de las terrazas aluviales, donde precisamente el Cabernet Sauvignon se siente a sus anchas. Tampoco en esas laderas graníticas donde el Syrah controla sus vigores para entregar su fruta dulce y concentrada. Todo indica que el Merlot necesita suelos más fríos, pesados y profundos, con un mayor porcentaje de arcilla, donde sus raíces no encuentren obstáculos para absorber la humedad y los nutrientes.

Sin duda es un cepaje desafiante, complejo, que exige a los viticultores sudar la gota gorda para lograr resultados satisfactorios. Riegos más prolongados, programas de nutrición en los suelos, aplicaciones foliares y, sobre todo, precisión en su punto de cosecha, son sólo algunas de las tareas que demanda durante la temporada.

El Merlot, aunque ha perdido su protagonismo mediático, mantiene y mantendrá su vigencia en los mercados. Sólo hay que esperar, con mucho ensayo y error, que recupere su confianza para mostrar todas sus bondades: esa fruta roja, vibrante, que convive en un cuerpo delicado, grácil y cautivador, y que en gran medida proyectan estos 10 vinos que nos invitan a volver a creer, que nos devuelven el alma al cuerpo.

TRES PALACIOS FAMILY VINTAGE MERLOT 2010

Escondido en el valle secreto de Cholqui, en el sector más costero del Maipo, el Merlot ha encontrado quizás su mejor forma en esos suelos profundos y arcillosos. Proveniente de dos cuarteles plantados en 1998, equivalentes a sólo 8 hectáreas, el enólogo Camilo Rhamer ha sido capaz de entregar un vino colmado de moras y arándanos, envuelto en una fina túnica de especias y tonos tostados de la madera. Elegante, concentrado y con una acidez que logra levantar una mole de fruta.

COUSIÑO MACUL ANTIGUAS RESERVAS MERLOT 2010

Cousiño Macul es una viña que ha bregado por el Merlot con tenacidad y porfía. Tanto así, que el primer Carmenère de la bodega sólo data de 2009. Este Merlot de la dupla enológica conformada por Pascal Marty y Gabriel Mustakis, que se incorpora a la línea Antiguas Reservas en 2005, es un excelente ejemplo de esos vinos maduros y voluptuosos, colmados de moras y arándanos, que seducen por su potencia frutal, pero también por esa acidez firme que regala el Maipo Alto.

MORANDÉ GRAN RESERVA MERLOT 2010

Esta línea de Morandé se reinventó. De la mano del enólogo Ricardo Baettig, sus vinos ya no buscan tanta concentración, sino más fineza y profundidad en boca. Este estilo ha favorecido principalmente al Merlot. Fermentado en fudres de roble francés, este Gran Reserva seduce por sus notas de guindas licorosas, herbales y carácter salpimentado. Es un Merlot proveniente de los suelos aluviales de Chena, en el corazón del Maipo. Seco, elegante y jugoso.

CONO SUR 20 BARRELS MERLOT 2010

Proveniente de Peralillo, Valle de Colchagua, es un Merlot con mucha estructura y sedosidad, pero al mismo tiempo con una tensión que hace vibrar la fruta en el paladar. Dependiendo de la temporada, recibe pequeños aportes de cepas como Cabernet Sauvignon, Syrah y Alicante Bouschet para ganar en firmeza y complejidad. Sin embargo, los enólogos Adolfo Hurtado y Matías Ríos han logrado mantener un estilo definido y muy consistente.

VIÑEDOS PUERTAS MERLOT 2010

No cualquier viña se atreve a lanzar un ícono en base a Merlot. Sin embargo, José Puertas y su enólogo Carlos Torres tenían algo muy especial en esos preciosos lomajes en Palquibudi, en la más costera zona de Curicó. Con un 7% de Petit Verdot, este Merlot es un festín de frutos rojos ácidos, arándanos, higos y chocolate amargo. Un vino portentoso y que aún tiene mucho que dar.

CARMEN GRAN RESERVA MERLOT 2010

El clima fresco y los suelos profundos son vitales. Y el enólogo Sebastián Labbé encontró la combinación precisa en los arenosos campos de Lo Ovalle, en el Valle de Casablanca. Con pequeños porcentajes de Malbec y Syrah, este Merlot encuentra un muy buen equilibro entre su fruta dulce y sedosa, y una personalidad herbal y compleja. Nos recuerda el lado goloso de la cepa, pero con una acidez que aporta nervio y vivacidad.

CATRALA GRAND RESERVE LIMITED EDITION MERLOT 2009

La enóloga Ana María Pacheco, silenciosa pero con mucha convicción, ha venido trabajando la cepa con mucha consistencia en su campo en Lo Orozco, en el Valle de Casablanca. Con 10 meses en barrica, este Merlot transita por el lado austero y jugoso de la cepa, sin caer en malabarismos ni disfraces. Un Merlot honesto y extremadamente fácil de beber.

EMILIANA NOVAS MERLOT 2010

En La Vinilla, en una de las zonas más altas del Valle de Casablanca, el enólogo biodinámico César Morales ha encontrado el perfecto balance para crear un vino jugoso y evocador. Con sus elocuentes notas de moras, bien casadas con sus 12 meses en barricas, este Novas profundiza en la sicología de la cepa, quizás en su cara más dulce y amable.

VENTISQUERO GREY MERLOT 2010

Grey Merlot nació en el campo Trinidad, en el Valle del Maipo. Hoy, proveniente del fundo Roblería en Apalta, no sólo convence por su potencia en boca, fruta firme y golosa, sino además gana en fineza y profundidad en boca. Con aportes de Syrah y Carmenère, este vino del equipo liderado por Felipe Tosso reivindica el lado más oscuro de la cepa.

TORREÓN DE PAREDES RESERVA PRIVADA MERLOT 2009

Siempre con un perfil muy bajo, mientras sus vecinos renegaban de la cepa, la enóloga Eugenia Díaz y el equipo de Torreón han sabido mantener en alto la bandera del Merlot. En la zona de Rengo, en el Alto Cachapoal, nace este vino suave y armonioso. Con notas de guindas y ciruelas, y un fresco acento herbal, profundiza en el paladar con mucha gracia y encanto.

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